martes, 15 de marzo de 2011

DESGRACIADAMENTE, TIENE RAZÓN

Desgraciadamente tiene razón. Tiene razón en muchas cosas. Me refiero al presidente de Irán, Mahmud Ahmadineyad, que ha expresado su opinión en lo referente a Libia en una entrevista con Ana Pastor para Los desayunos de TVE. En esta entrevista, el presidente iraní a arremetido contra EEUU y Europa. Acusa a occidente del aprovisionamiento de armas a los dictadores de oriente próximo y de haberlos apoyado cuando sus intereses económicos así lo aconsejaban.

Por mucho que nos duela admitirlo, viniendo de una persona tan controvertida y cuestionada legalmente como él, tiene el poder de la razón. Y nosotros, sí, TODOS NOSOTROS somos culpables. Según varias ONG, España vendió armas a Libia de manera ilegal por valor de 6,9 millones de euros; e Intermón Oxfam nos posiciona como los octavos exportadores de armas al África subsahariana. No soy lo que se llame una persona que sienta la bandera precisamente, pero es NUESTRO GOBIERNO, el que hemos elegido nosotros, el que está vendiendo armas y fomentando los conflictos armados. Y eso me hace sentir vergüenza.

Analicemos los aciertos y fallos de la entrevista, no sólo de las declaraciones de Mahmud Ahmadineyad, sino también a su dirección por parte de Ana Pastor.

Estoy leyendo en gran cantidad de medios que la periodista ha puesto contra las cuerdas al presidente de Irán, que le ha hecho recular, que le ha dejado con el culo al aire. ¿Mentiras piadosas? La entrevista no la ha manejado ninguno, porque más que entrevista ha sido un diálogo de sordos. La periodista no ha sabido responder con hechos a las insidiosas acusaciones (ciertas la mayoría, por cierto, ahora las analizaremos) que Ahmadineyad le ha lanzado. Se ha limitado a responder con un "en España los periodistas no solemos contestar preguntas, las hacemos". Se ha lucido.

Si pretendemos ser auténticos profesionales de los medios, dedicarnos a esto y que nuestro trabajo merezca la pena ser leído y tomado en cuenta, aprendamos de los grandes. Aprendamos, por ejemplo, de John Pilger. En una película sobre los secretos de la guerra, Pilger sí que consigue llevar contra las cuerdas a altos cargos estadounidenses. Y lo hace, como debe ser, respaldando sus afirmaciones con documentos. Vemos un ejemplo claro en el minuto dos de este vídeo. Si Ana Pastor acusa al régimen iraní de ejecutar a homosexuales y de practicar lapidaciones tiene que demostrarlo, tiene que cubrirse las espaldas, no basta con argumentar que lo ha dicho Amnistía Internacional, pues lo único que consigue es lo que ha obtenido, acusaciones contra acusaciones.

Pasemos a analizar detenidamente lo que ha dicho Ahmadineyad y veamos sus aciertos y sus fallos:

Aciertos: Ante la pregunta de su posición, de la posición de Irán propiamente hablando, en las revueltas de oriente próximo, ha respondido tirando del pasado. Argumenta que debemos ir a la raíz del asunto para resolver el problema. Y según él la raíz está en que el apoyo de EEUU y Europa a los dictadores de oriente próximo ha restado libertad al pueblo. Ahmadineyad ha acusado a occidente de proveer de armas al régimen de Gadafi y a otros de la zona de oriente próximo, y de ser la puerta de su caudal de dinero. No podemos olvidar la jaima de Gadafi en El Pardo. Qué hipócritas somos, en esa época muchos lo veían como simple extravagancia, qué curioso ese hombre que se viste con chilabas y hace cosas tan raras como llevar una "guardia amazona".

Fallos: Gordos. Clamar por la no intervención en las revueltas, por ejemplo. Podemos comprender su postura, que en verdad no es tan reprochable como parece en un primer momento, pero tras meditarlo vemos que podemos rechazarla. Ahmadineyad razona de la siguiente manera: si la habéis cagado interviniendo cuando no tenías, apoyando a dictadores, dándoles armas...no metáis la mano más, que lo único que vais a hacer es lo que convenga a vuestros intereses. Tienes razón, la hemos cagado. Así de simple. Pero cuando uno enreda el ovillo, si ve punta intenta desenredarlo. Si hemos cometido un error déjanos intentar remediarlo, si nos hemos dado cuenta de que hicimos mal, apoya la decisión de crear una zona de exclusión aérea y de dar respaldo a la revuelta. Comprendemos que puedas pensar que esta actitud sólo responda al cambiar de la vela ante la nueva dirección del viento, pero es mejor que no hacer nada. No es afán paternalista, es humanista.

Otro fallo reseñable ha sido su posición en cuanto a las preguntas de Ana Pastor sobre el encarcelamiento de los líderes de la oposición iraní. Ha tardado poco en responder a acusación con acusación, argumentando que en España metemos en la cárcel a los separatistas. Hombre, metemos a los terroristas, pero no a Laporta. Buena intervención ahí de Ana Pastor diferenciando entre delito real y "delito ideológico" (no existente, por suerte, en España).

Y un último gran fallo, que a la larga, si no lo ha hecho ya, le traerá problemas, ha sido afirmar rotundamente que un país no puede inmiscuirse en los asuntos de otro. Se refería específicamente al intervencionismo occidental en Irán. Su argumento muy sencillo: en mi país se celebran elecciones "libres", lo que pase en el pueblo es lo que el pueblo decida, somos mayorcitos y responsables de nosotros mismo. ¿Se olvida quizá de que vivimos en una sociedad global? ¿Se olvida de que la política nacional influye a escala internacional de una manera totalmente directa? Es una irresponsabilidad política afirmar algo así.

Pero el caso es que la entrevista no ha traspasado el umbral de puro amarillismo político. Ana Pastor, de cuya profesionalidad no dudo, ha realizado una entrevista que no podemos calificar de mala pero sí de simple. Lo que diferencia a Ana Pastor de John Pilger es que Ana pastor es "una periodista", y John Pilger es John Pilger. La una simplemente ejerce de periodista, el otro conforma una identidad propia y significativa y es información ya de por sí.

Ana Pastor podrá ser Trending Topic, pero no ha hecho una entrevista profesional. Esto no pretende ser una acusación, sino una crítica constructiva para todos aquellos que aspiramos a ser comunicadores profesionales.