jueves, 17 de marzo de 2011

TWITTERAZZIS

Estamos sobrecargados, sobrecargados de pánico. Parece que, ante la decadencia que sufren muchos medios en la prensa escrita, necesitan tirar de las fear appeals. En las teorías de la comunicación mediática uno de los temas que más me llamó la atención fue precisamente ese. ¿Qué es una fear appeal? Es una llamada al miedo, provocar terror en el espectador para guiar su conducta hacia determinados senderos. Eran, y son, frecuentemente utilizadas en campañas propagandísticas. Son el tipo de frases como "si no nos votas ganará el contrario" o "sin un arma estás desprotegido ante cualquiera".

Pues bien, buscando ahora un extraño interés morboso en el público, los grandes medios colman sus portadas y reportajes con fotos apocalípticas y grandes titulares propios del útimo libro bíblico. Me refiero al tema de Japón. Lo que en realidad ha afectado profundamente sólo al extremo más norteño del país, pasa a generalizarse y todo Japón  aparenta estar desolado. La actitud de los grandes periódicos, y en especial de la TV, ha sido tan alarmista y poco precisa sobre el desastre causado por el terremoto, que muchos de nosotros llegamos a pensar que los japoneses iban a tener que encender hogueras en sus pisos de Tokio de un momento a otro.

De pronto llegó nuestro último gran aliado, Twitter. Y llegó la polémica, que siempre acompaña a la verdad. Y es que los medios tiraban de mentiras piadosas y, sólo para satisfacer nuestra ansia de padecimiento ajeno, nuestro espíritu del morbo, se habían sacado el caos de donde no lo había. Nos contaron relatos de supermercados sin pilas ni agua, de cortes de luz, de tiendas sin reponedores. Y sin embargo lo que nos llegaba directamente de allí era un panormaa totalmente distinto. Gracias a un post de La Arcadia de Urías, que recopilaba algunos de estos tuits, pudimos comprender que, si bien las grandes pantallas de la capital estaban apagadas (que me parece perfecto), la vida en el centro y sur del país era de lo más normal.

También nos enteramos de que la TV intentaba aprovechar el tirón tuitero y usar ese canal de la manera más amarillista posible. Y aquí empezó el follón. Apareció un tuit de Ana Sora en el cual aparentemente demostraba que Antena 3 intentaba resaltar el presunto caos japonés, a lo que Ana respondía que ya le habían hecho esa encerrona en Espejo Público y que de caos nada. Obviamente, todos estos tuiteros muestran que la situación no es de calma absoluta, que la gente está preocupada, que muchos se plantean marchar hacia el sur, pero que no es como nos lo están contando.

Y comenzó el hashtag (etiqueta o palabra para agrupar un tema) #Twitterazzis. La primera persona a que se lo vi mencionar fue Nacho Vigalondo, tuitero habitual, y que usaba la expresión para condenar este tipo de actitudes. Y estoy de acuerdo, ya está bien. Ya está bien de desinformación y descarada manipulación. Lo único que están consiguiendo crear los medios es miedo y desesperación en los familiares de los residentes en Japón. Tanto es así, que algunos de ellos han firmado una carta dirigida a los medios en la cual critican la actuación de la prensa española.

El caso es que todo esto me lleva a tratar el tema de hoy, que no es sino aprender de los errores mediáticos para no hacer lo mismo aquellos que queremos dedicaros a informar. Un periodista hace un contrato de confianza con sus lectores, debe confiar en sus fuentes y ellas en él, y si declaraciones de normalidad se transforman en tremendas exageraciones, ese contrato se rompe. Se ha generado una corriente en Twitter de rechazo al periodismo. Y digo al periodismo y su figura (el periodista) prque la etiqueta #Twitterazzis, que en un primer momento yo creía sólo criticaba a este tipo de utilización malsana por parte de la prensa, ha pasado a la generalización. Y no es justo.

No es justo que pague todo un colectivo. No es que el periodista por naturaleza sea mentiroso y manipulador, es que el panorama se ha poblado de estos especímenes y se hacen llamar periodistas, confundiendo al personal. No culpo a los tuiteros de esta confusión, la culpa es de los medios. De estas grandes empresas de la comunicación que, dirigidas por empresarios sólo interesados por las audiencias y las ventas de ejemplares, convierten a proyectos de periodistas en proyectos de tertulianos. La mayoría de los que llegan a los medios lo hacen con la esperanza de dar una información lo más objetiva posible, de informar, de dar información útil a su público, pero ven estranguladas sus esperanzas por los márgenes empresariales.

Por eso, este post es un llamamiento. Un llamamiento a los periodistas que están trabajando para que no se dejen llevar por las cabezas de la empresa, para que mantengan su ética, para que se ganen la confianza que los tuiteros merecen. Ellos están siendo corresponsales de primicia, respetemos su figura y sus declaraciones, declarando la autoría de las mismas.

Y es también un llamamiento a los tuiteros, para que intentemos ver la luz al final del túnel y no generalicemos sobre el periodismo. Un periodista es siempre ético y profesional, porque de lo contrario no es periodista. Como creo que es extensible a culaquier oficio.
Gracias