miércoles, 30 de marzo de 2011

ACOMPAÑANTES INTERNACIONALES CONTRA EL ESTADO COLOMBIANO

En la entrada anterior expuse el problema de los desplazados rurales de Colombia. Ante un panorama tan desolador es difícil ser optimista, pero la esperanza siempre cabe. Y no están solos, hay muchas iniciativas que defienden sus derechos en el panorama internacional. Yo me centraré en la propuesta de la asociación Katío, que es la del acompañamiento internacional.

Primero esclarezcamos la situación actual en la que se encuentran algunas de estas comunidades. Han sido desplazadas forzadamente de sus tierras, echadas a punta de metralleta y fusil por las fuerzas del Estado. El Estado se apodera de esas tierras y las vende a grandes multinacionales para realizar megaproyectos: carreteras (como la panamericana), o plantaciones de monocultivos como la palma africana. Los campesinos se ven obligados a migrar a las ciudades, donde por la falta de trabajo y recursos se convierten en pobres, viviendo en chabolas de barrios periféricos.

Pero por suerte, y sólo como primer paso, gracias a asociaciones como la Comisión Justicia y Paz, algunos han conseguido volver cerca de sus antiguas fincas, viviendo en las llamadas “zonas humanitarias” o en “zonas de biodiversidad”. Ambas son zonas protegidas en las que las comunidades campesinas se encuentran relativamente a salvo del ejército y los paramilitares, protegidos por el derecho internacional y los Derechos Humanos. Explicaré la diferencia entre ambas zonas:

Zonas humanitarias: Son pequeño terrenos que consiguen ser arrebatados a las multinacionales, y que se basan en el Derecho Internacional. Son lugares protegidos con un perímetro vallado, en el cual se colocan carteles advirtiendo de ser zona protegida y que sus habitantes son civiles y no se permite la entrada con armas.



Zonas de biodiversidad: Son especialmente útiles en zonas selváticas y consideradas Reservas de la Biosfera por la UNESCO. La vegetación del lugar ha sido arrasada por la construcción o el cultivo intensivo, y se ha cambiado el curso de ríos. Al ser declarados reservas los campesinos reclaman la violación a los organismo internacionales, que tienen mayor poder de presión sobre el gobierno colombiano. De esta manera a los campesinos sí se les permite regresar y cultivar, ya que se comprometen a ser respetuosos con el medio y a no utilizar pesticidas.

Pero el primer problema es agrupar a estas comunidades de campesinos, ya que sus fincas suelen estar separadas, y cuando se ven obligados a marcharse, e incluso matan a sus líderes, tienen miedo de volver. Aun así los más valientes se organizan con apoyo internacional e intentan volver a sus antiguas tierras, usando estas zonas humanitarias como bases o “lanzaderas”. Desde ahí el siguiente paso será intentar volver a su antigua finca familiar, lo cual es el paso más peligroso, ya que están continuamente vigilados por los paramilitares y el ejército, y son vulnerables en los desplazamientos fuera de las zonas seguras.

Por esa razón surge el acompañamiento internacional, que no es sino la presencia de extranjeros para garantizar la inactividad militar. Lo explicaré sencillamente: una persona extranjera va a la comunidad y acompaña a su líder (el representante) en todos y cada uno de sus desplazamientos, para servir como testigo si le atacasen o como detonante si le pasase algo al propio acompañante. Colombia es un país “democrático”, y depende en gran medida de la inversión exterior, por lo que no le merece la pena enemistarse con otros países. Así, se da orden al ejército y a los paramilitares de no atacar si hay algún extranjero.

Este acompañamiento se da en dos variantes. El que se realiza desde Bogotá y el que se hace en terreno. El que se hace en terreno es el explicado anteriormente, y el que se hace desde Bogotá consiste en visitas periódicas a las comunidades, talleres organizativos, asesoría legal y coordinación de acciones legales.
Para la Comisión de Justicia y Paz, la palabra acompañar es principalmente estar al lado de las víctimas de estos crímenes de Estado, pero conlleva muchas acciones:
  • ·         Respetar sus procesos
  • ·         Denunciar los atropellos a sus derechos
  • ·         Apoyar la organización de las comunidades
  • ·         Participar en sus iniciativas de dignificación y conocimiento internacional
  • ·         Protegiendo sus desplazamientos, que nadie salga solo del área segura
  • ·         Actuar jurídicamente para defenderlos
  • ·         Ofrecer apoyo psicosocial (abogados, psicólogos) dada la tensión de su situación

Si bien esto puede paliar la matanza de los paramilitares, acuden a otros medios para hacer la vida imposible a las comunidades que intentan reinstalarse. Tiran, cómo no, de la lucha económica. Cortan carreteras a la llegada de suministros (tanto de comida como de las herramientas y semillas necesarias para conseguir el autoabastecimiento). Otra de sus medidas es soltar ganado cuando las cosechas ya están crecidas, con lo que consiguen destrozar las aspiraciones de las comunidades de ser autosuficientes, que es uno de los objetivos finales.

Yo, por mi parte y ante la imposibilidad de viajar de momento para ayudar in situ, intento darles voz, que conozcáis la situación en la que viven, que sepáis que están constantemente amenazados de muerte. Una de las medidas que les pueden ayudar son los medios alternativos de información, ¿por qué no el blog, Twitter o Facebook de cada uno de vosotros?

Y si, después de informaros más sobre el tema, os animáis a ir a Colombia como acompañantes internacionales, no dudéis en contactar con la asociación sin ánimo de lucro Katío.
Un saludo, y mucha suerte en esta lucha desarmada y desigual.

4 comentarios:

  1. Citaremos al gran Quino a través de Mafalda, para decir: http://bit.ly/fx7MzV

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  2. Si no fuera tan caro viajar....-.-"

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  3. Es caro el viaje en avión, pero la estancia allí es bastante barata en verdad. Se pueden conseguir viajes desde unos 300 euros ida y vuelta a Bogotá, eso sí, en periodos del año bastante inoportunos.
    Pero lo más importante es darle voz al conflicto.

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